miércoles, 31 de agosto de 2016

El Mallete

Voz Mallete del Diccionario Masónico. Simbolismo y Aspectos Históricos según la Tradición. Alexis Hatman. Letra y Espíritu, Barcelona, 2007.

Mallete y martillo son dos formas del mismo instrumento; R. F. Gould asocia el simbolismo del mallete con la letra Tau, y sostiene que el origen del mallete del Maestro tiene su origen en martillo de Thor [1]. El «dios del mallete» galo parece Dis Pater, cuyo nombre es muy cercano al de Zeus Pater (o Iu Piter), al cual los druidas consideran padre de la raza gala. Por ello, el mallete aparece como un equivalente simbólico del vajra («rayo») oriental, que simboliza el principio masculino de la manifestación universal, por lo que el rayo está asociado a la idea de «paternidad divina» como se comprueba por el hecho de que el rayo es el principal atributo de Iu-piter, «padre de los dioses y de los hombres», que por otra parte fulmina a Gigantes y Titanes, igual que Thor y Paáraçu Râma destruyen a los equivalentes de aquéllos con sus armas de piedra (martillo y hacha respectivamente); este doble poder de producción y destrucción está representado particularmente en el rayo.

Los rayos de Júpiter son forjados por Vulcano, lo que relaciona el «fuego celeste» con el «fuego subterráneo», este último en relación directa con el simbolismo metalúrgico. Existe en una versión según la cual el martillo de Thor sería metálico y habría sido forjado por los enanos, y su carro estaba arrastrado por dos carneros, que en la India son el vehículo de Agni (dios del fuego).

Vajra, además de rayo, significa también diamante, lo que evoca la idea de imutabilidad; como el mallete entre los galos, el vajra es una de las principales insignias de los dignatarios del Lamaismo.

Guénon señala que, por una coincidencia que no tiene nada de fortuito, los Maestros Masones tienen un atributo dotado exactamente del mismo sentido que el de los grandes lamas tibetanos, y alude al misterioso poder uno en esencia aunque doble en sus efectos de apariencia contraria, del cual ese atributo es el signo. Esto puede relacionarse con el siguiente hecho: las diversas armas, como representaciones del «Eje del Mundo», muy a menudo son de doble filo o bien de dos puntas opuestas; este último caso alude a la dualidad de los polos del eje, mientras que el primero se refiere más directamente a las dos corrientes representadas de otro modo por las dos serpientes que se enroscan en torno al bastón o al caduceo, aunque en realidad ambos símbolos coinciden [2]. Este doble poder se refleja en el ámbito mágico en el uso de «nudos» y «ligaduras», y el simbolismo del «nudo gordiano» que Alejandro corta con la espada (arma con punta), se le relaciona: aparece aquí la idea del «nudo vital», análogo al «punto sensible» de las catedrales, y que es el punto de unión de los elementos constitutivos de todo compuesto; ritualmente, la espada del masón puede jugar el mismo papel que la de Alejandro. La solución efectiva al problema que expresa el «nudo gordiano» se relaciona con el «poder de las llaves» (potestas ligandi et solvendi) [3] [4] que, en el fondo, es idéntico al del vajra o el mallete, y que implica el manejo y la puesta en escena de las fuerzas cósmicas bajo su doble aspecto de yin y yang, es decir, el poder de mandar sobre la vida y la muerte. La expresión faculty of abrac, que aparece sin mayor explicación en antiguos manuscritos de la Masonería operativa, parece hacer referencia a este poder (abrac provendría, por corrupción, del hebreo ha-baraq o del árabe el-barq, que significa «rayo» o «relámpago») [5].

El vajra, sostenido verticalmente, simboliza el «Eje del Mundo», y sus extremidades a los dos Polos o a los solsticios; representa así la «Vía del Medio», que es también la «Vía del Cielo»; pero puede inclinarse hacia un lado o hacia el otro, y entonces su correspondencia es con las dos vías tántricas de la derecha y la izquierda (dakshina-mârga y vâma-mârga), en relación con los puntos equinocciales. Símbolo de carácter masculino, el vajra tiene su complementario femenino en la tradición hindú en la concha (shankha), y en la tradición tibetana en la campanilla ritual (dilbu) que, con frecuencia, lleva una figura femenina, la de Prâjnâ-pâramita o «Sabiduría transcedente» de la que es símbolo, como el vajra lo es del «Método» o la «Vía». Siendo este atributo sacerdotal en esencia, es llevado por los lamas en la mano derecha, mientas que en la izquierda portan la campanilla, y estos dos atributos nunca deben ser separados. Estableciendo un paralelismo entre el lama y el Venerable Maestro de una Logia, la espada en su mano izquierda debería desempeñar el papel «femenino», lo que podría estar con concordancia con el hecho de que en algunos cantares de gesta (Gaiferos y Melisenda, s. XV), es la dama la que anima a su esposo infundiéndole confianza en su caballo o en su espada durante la batalla [6] [7].

El uso ritual del mallete está reservado a la tríada que dirige la logia, lo que considerando lo que se ha dicho respecto de la «faculty of abrac», permite a los oficiales que la componen manifestar, a través de golpes súbitos, un rayo espiritual que acompaña, la mayoría de las veces, la pronunciación de palabras rituales [8].

En el grado de Aprendiz representa el rayo que manifiesta la potencia del relámpago transformador sobre el eje cortante que es el cincel. Ambas herramientas van juntas en este grado y simbolizan la fuerza separatriz que se ejerce sobre la piedra para que tome la forma que le quiere dar el espíritu, igual que la logia desbroza y «talla» al iniciado [9].

Con el mallete las Tres Luces de la Logia «activan» el centro espiritual del candidato cuando le franquean el paso del «triple recinto» [10].

Se asocia a la fuerza de voluntad [11]. La palabra inglesa que lo designa, «common gavel», señala tanto una maza como un hacha (especie de martillo usado a dos manos), como al típico mallete para usar con una sola mano. En el primer caso (la típica laya) esta herramienta jugaría los papeles de mallete y cincel a la vez [12].

Según Guénon, el «trueno» en ritos iniciáticos de pueblos muy diversos representa una llamada al «descenso» de las influencias espirituales: la respuesta a esta llamada es dada, al final de la iniciación, por la consagración con el mallete y la espada flamígera (relámpago), de modo que hay dos elementos que en realidad son complementarios. La presencia de la espada en esta consagración (ausente en los rituales ingleses) remonta directamente a una fuente operativa muy anterior a 1717 [13].

A este respecto, Tourniac se pregunta si los tres movimientos que hace el Venerable Maestro con su mallete en el Rito de Emulación antes de asestar el golpe fatal que comunica la luz al candidato, para que los hermanos puedan unir el aplauso de sus manos con el golpe contando visualmente 1, 2, 3, nos recuerdan la trayectoria quebrada del rayo en tres trazos, como la letra Z, evocándolo de esta manera [14].

Los malletes generalmente están hechos de madera de boj, símbolo de firmeza y perseverancia, vegetal siempre verde que entre los Antiguos era símbolo de inmortalidad y que se consagraba al Hades [15]. Además, en Francia y otros países del mismo clima, los ramos de boj se utilizaban en la celebración de las «Pascuas floridas», reemplazando a las «palmas» empleadas en las regiones meridionales. Lo que hace del boj, como de la acacia, una «prenda de victoria», de resurrección e inmortalidad [16].


Notas:

[1] René Guénon, “La Gran Triade”, Gallimard, 1997, cap. VI
[2] René Guénon, “Símbolos Fundamentales de la Ciencia Sagrada”, EUDEBA, 1988, caps. XXV y XXVI
[3] Julius Evola, “El Misterio del Grial”, José J. de Olañeta, Editor, 1997, Palma de Mallorca, cap. I
[4] Denys Roman; “Réflexions d’un Chrétien sur la Franc-maçonnerie”, Éditions Traditionelles, 1995, Paris,  p. 26
[5] René Guénon, “La Gran Triade”, Gallimard, 1997, cap. VI
[6] René Guénon, “La Gran Triade”, Gallimard, 1997, cap. VI
[7] R. Menéndez Pidal, “Los Godos y la Epopeya española”, Espasa-Calpe, 1956, Madrid, p. 47
[8] Patrick Geay, “Mystères et significations du Temple maçonnique”, Ëditions Dervy, Paris, 2000, p. 101.
[9] Idem, p. 108.
[10] Philippe Langlet, “Des Rits maçonniques (I)”, Éditions Dangles, St. Jean-de Braye, France, 1994, p. 150.
[11] Idem, p. 442.
[12] Idem, pp. 444-445.
[13] Jean Pierre Schnetzler, “La Franc-Maçonnerie comme voie spirituelle”, Éditions Dervy, 1999, p. 205.
[14] Idem, p. 206.
[15] Denys Roman, “Réflexions d’un Chrétien sur la Franc-Maçonnerie”, Éditions Traditionnelles, 1995, Paris, p. 57.
[16] Idem, p. 57.



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