sábado, 21 de septiembre de 2013

Catecismos Masónicos (1696 - 1750); Colección El Legado Masónico.

Nos hacemos eco en esta ocasión de otra magnífica noticia para el ámbito masónico de publicaciones en castellano, como es la reciente aparición del segundo volumen de la colección El Legado Masónico, con el título de "Catecismos Masónicos (1696-1750)", y editado por la Editorial Librería Pardés. Sin embargo, como podrán adivinar los lectores avisados, dicha novedad no sólo atañe a la noticia de una publicación, sino a la labor emprendida de investigación y recuperación de un corpus doctrinal, tan indispensable como necesario, de cara a afrontar el objetivo primero y último de todo masón: su propia realización espiritual; ligado indefectiblemente a la recuperación de la verdadera naturaleza operativa de la Masonería. Frente a tantas falsificaciones y tantos abusos, frente a equivocados intentos de reconstrucciones agotados, extraños maridajes, profanaciones, injertos de tradiciones ajenas, reinterpretaciones modernistas e innovaciones imposibles y estériles, es sólo esta labor paciente y segura hacia el estudio y asimilación de las propias fuentes de la Masonería, dentro del encuadre teórico y doctrinal tradicional adecuado, el que tarde o temprano deberá ofrecer sus frutos en orden a concurrir efectivamente, cada cual en su rango y medida, a la realización del «plan del Gran Arquitecto del Universo».


Dejamos a continuación la introducción que da comienzo a este segundo volumen.


       
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Introducción a los Catecismos Masónicos (1696-1750)
Los manuscritos y documentos masónicos más antiguos, por tanto aquellos que pueden presumir de una mayor autoridad, son conocidos como las Constituciones de la Masonería[1] o, más familiarmente, Old Charges. Todas ellas tienen en común la presencia de invocaciones al Gran Arquitecto del Universo, fragmentos de historia tradicional y legendaria de la Corporación y un cuerpo normativo para el gobierno de la Institución y de sus miembros. Estos deberes se inspiran, aunque no pueden iden­tificarse con ellos, en los llamados landmarks, reglas que nunca fueron escritas y a las que no se puede asignar ningún origen histórico definido.

Junto a las Old Charges existen otros textos que presentan una estructura de cate­cismo, es decir, propiamente de preguntas y respuestas. Los catecismos masónicos, ma­nuscritos o impresos, son decididamente menos numerosos y antiguos que las Old Charges[2]. Algunos de los manuscritos presentados en este volumen, como el Edinburgh Register House Ms. o el Wilkinson Ms., se muestran sin lugar a dudas como elementos de apoyo utilizados en Logia, para compensar una disminución de la capacidad de reten­ción de la memoria para la enseñanza simbólica y oral, aunque también los textos de im­prenta que les acompañan en el presente trabajo, han tenido sin duda el mismo objetivo.

Es importante señalar que, aunque actualmente abandonados u olvidados, los catecismos masónicos pueden vehicular un conocimiento simbólico de un modo más eficaz que otras modalidades de enseñanza, con vistas a una realización iniciática.

Si para la iniciación masónica, así como para toda otra forma iniciática, el objetivo es la realización espiritualˮ, que no es otra cosa que el conocimiento efectivo de los principios cosmológicos y metafísicos, la enseñanza que le corresponda deberá utilizar una modalidad adecuada a este fin. Visto su objeto y su finalidad, precisa transmitir algo que en su esencia es incomunicableˮ e inexpresableˮ; se trata de los estadosˮ realizados interiormente cuya naturaleza, conviene remarcarlo, supera muy amplia­mente al estado humano, y por consiguiente las facultades de éste resultarán ser incom­pletas e inadaptadas para expresarlo.

Con objeto de recuperar la verdadera naturaleza operativa de la Masonería como organización tradicional e iniciática, parece lógico emprender el estudio de las doc­trinas tradicionales y del patrimonio simbólico de la misma[3]. La traducción y el estudio de sus catecismos, en la medida de lo posible, contribuirán a la recuperación de este patrimonio, que podemos definir propiamente como una verdadera ciencia tradi­cionalˮ.

En la base de este trabajo está la convicción de que el simbolismo es un lenguaje mucho menos limitado y más universal que el lenguaje común, y ello porque refleja las leyes naturales que, a su vez, no son otra cosa que la manifestación y la expresión de los principios metafísicos cuya naturaleza es esencialmente no-humanaˮ. Así puede decirse que estas leyesˮ son la expresión misma de la Voluntad divina y del Verbo divinoˮ. La operación de este Verboˮ produce la manifestación universal y se refleja ante todo en la Tradición primordialˮ, de la que derivan todas las formas secundarias, incorporándose en los símbolos que transmiten en su interior, y que han conformado las formas tradicionales de todas las edades de este ciclo de manifestación.

La correspondencia existente entre los diversos planos de la realidad es por tanto el fundamento mismo del simbolismo[4]. Ésta permite representar la realidad, por elevada que sea, mediante algo que pertenece al mundo sensibleˮ del hombre, y por tanto, capaz de elevar su mentalidad. “La forma del lenguaje es, por definición, discursivaˮ como la razón humana de la que es el instrumento propio y a la que sigue o reproduce su marcha lo más exactamente posible; por el contrario, el simbolismo propiamente dicho es verdaderamente intuitivoˮ, lo que, naturalmente, le hace incomparablemente más apto que el lenguaje para servir como punto de apoyo a la intuición intelectual y supra-racional, y es por esto precisamente por lo que éste constituye el modo de expresión por excelencia de toda enseñanza iniciáticaˮ [5].

En toda organización tradicional regular y completa, el simbolismo es la modalidad principal de la enseñanza iniciática. Esto explica la eficacia operativa de la restitución y comprensión de los símbolos masónicos, como preparación al trabajo puramente interior, gracias al cual la iniciación, de virtual que era en el momento en que se confirió, podrá devenir efectiva. De hecho, toda enseñanza iniciática no puede ser otra cosa que una ayuda exterior aportada al trabajo interior de realización, a fin de apoyarlo y guiarlo tanto como sea posibleˮ[6].

La naturaleza auténticamente tradicional e iniciática de la Masonería permite afirmar la existencia de catecismos realmente antiguos porque, en el origen de este tipo de organizaciones, la instrucción se transmitía sobre todo de forma oral, y sólo tardíamente se comienza a advertir la necesidad de fijar con la escritura tal forma de enseñanza, que es la más exterior; esto sucedió también incluso con los rituales masónicos, siguiendo así la Orden el mismo camino que el resto de organizaciones iniciáticas.

La etimología de la palabra -catecismoˮ (κατηχισμοσ) deriva de hecho del verbo grie­go κατεχεω instruir a viva vozˮ- constituye una confirmación ulterior de que en origen la enseñanza, aun estando estructurada en preguntas y respuestas, se daba oral­mente; por lo demás hubiera sido difícil impartir en una cantera una instrucción de un modo diferente; el H\ R. Guénon escribe que en los antiguos catecismosˮ masónicos, la lengua se presenta como la llave del corazónˮ. Ahora bien, la relación entre el corazón y la lengua simboliza lo que existe entre el Pensamientoˮ y la Palabraˮ, es decir, … la que existe entre los dos aspectos, interior y exterior, del Verboˮ[7]. En la enseñanza oral, la palabra pronunciada por la lengua debe ser enviada a la memoria, es decir, debe llegar directamente al corazón (en francés y en inglés se alude al corazón para indicar la memoria, con las expresiones par coeurˮ y by heartˮ). La memoria tenía pues una función activa en relación a la exteriorizaciónˮ de aquello que se había aprendido y podía ser considerado junto con la concentración como dos caras de una única moneda, y esto da respuesta a las insinuaciones de pasividad lanzadas contra la enseñanza tradicional.

Concluyendo, a pesar de que la importancia del simbolismo como forma de instruc­ción para conducir al iniciado a asentir verdades de orden supra-humano es general­mente desconocida entre muchos Masones actuales o incluso combatida, dado que se encuentra tan lejos como se pueda imaginar de la mentalidad del hombre moderno, nos parece haber hecho entrever las perspectivas iniciáticas que se pueden abrir con la recu­peración de esta forma de enseñanza en todas sus modalidades, no siendo la menos importante la catequética de preguntas y respuestas, que constituye la característica común de los textos presentados en este volumen[8].


Barcelona, 21 de Septiembre de 2013
Renato Torres






Notas:
[1] No confundir con las Constituciones de 1723 «cuyos autores se aplicaron precisamente, tanto como pudieron, en hacer desaparecer las antiguas Old Charges, es decir, los documentos de la antigua Masonería Operativa» (R. Guénon, Études sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, t. I, p. 193, Éditions Traditionnelles, Paris, 1964).
[2] La Carta di Bologna data del año 1248, The Regius Poem del 1390 ca., etc., mientras que el catecismo manuscrito más antiguo, el Edinburgh Register House Ms., remonta solamente hasta el 1696.
[3] Encontramos una ritualidad similar a la masónica en tradiciones tan alejadas como el Taoismo (cf. Pierre Grison, La lumière et le boisseau, Éditions Traditionnelles, Paris, 1986; Le Hong-fan, traducido por Pierre Grison, Éditions Traditionnelles, Paris, 1981).
[4] Esta “ciencia tradicional”, verdadera Ciencia Sagrada, permite comprender que la naturaleza del símbolo es susceptible de múltiples interpretaciones al derivar de diferentes puntos de vista correspondientes a los diferentes grados de la manifestación universal; pero sobre todo explica cómo estos múltiples significados no entran en conflicto entre ellos sino que, por el contrario, se complementan entre sí en virtud de la corres­pondencia mencionada. Cf. R. Guénon, Le Symbolisme de la Croix, Prefacio, Guy Trédaniel, Paris, 1984.
[5] R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XVIII, Editorial Librería Pardes, Barcelona, 2012.
[6] R. Guénon, Consideraciones sobre la Iniciación, cap. XXX, ibid.
[7] R. Guénon, Études sur la Franc-Maçonnerie et le Compagnonnage, t. II, pp. 46-47, nota del artículo “Parole perdue et mots substitués”, ibid.
[8] Incluimos también en apéndice algunos textos, no exentos de humor, que constituyen una respuesta a la publicación, y por tanto divulgación, de aquellos que pueden aparecer como la revelación de secretos masónicos.


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