sábado, 25 de agosto de 2012

El Carácter Especulativo de la Masonería de Oficio. El Ritual. La leyenda de Hiram y el Mito Iniciático; por Paul Naudon

Extracto del cap. V de Les origines de la Franc-Maçonnerie. Le sacré et le métier (nueva edición aumentada y corregida de Origines religieuses et corporatives de la Franc-Maçonnerie), París, Dervy-Livres, 1991.



El Carácter Especulativo de la Masonería de Oficio.




Suele oponerse a la Masonería especulativa moderna la antigua Masonería operativa. En realidad, las organizaciones masónicas que hemos estudiado -colegios, asociaciones monásticas, cofradías, comunidades de oficio, compagnonnages- jamás han tenido un carácter estrictamente profesional. Todas estas asociaciones perseguían tanto fines religiosos, caritativos y sociales como objetivos de defensa de los intereses del oficio.

No insistiremos de nuevo sobre el carácter iniciático, religioso y cultural de las cofradías y comunidades de oficio, en particular de las de los masones. El obrero no puede pretender a la cualidad y la perfección de su trabajo más que integrando éste en la obra creadora de Dios, el Gran Arquitecto del Universo, el único dispensador del Bien y de lo Bello. El hombre, por su conducta y por su esfuerzo, se hace merecedor de la Gracia indispensable de esa ayuda de lo Alto. Solamente añadiremos que todos los antiguos estatutos mencionan expresamente los deberes religiosos, morales y sociales que se imponen a los hermanos. Se exigía que el iniciado fuese libre de nacimiento (es decir, que no fuese de condición servil), hijo legítimo, de buenas costumbres, religioso, honesto y tranquilo. Aquellos que no cumplían con sus deberes, que llevaban una vida libertina o poco cristiana, o que eran reconocidos como infieles a sus esposas, no podían ser admitidos en la sociedad o debían ser excluidos.




El Manuscrito Regius contiene un verdadero tratado de urbanidad. Prescribe velar por la propia educación y por la de los suyos, por la cortesía, por las maneras distinguidas, por las buenas costumbres, por el dominio de sí mismo.

El Manuscrito Cooke da fe de la perseverante voluntad de la Masonería por exigir de sus adeptos un gran espíritu de rectitud. Prohibe conservar a un aprendiz "noctámbulo", pues no podría efectuar debidamente su trabajo durante el día, y sus compañeros podrían quejarse. Ningún maestro debe intentar suplantar a otro. Si un masón mantiene alguna diferencia con sus compañeros, debe someterse a la decisión del maestro o del vigilante que le reemplaza y reconciliarse con sus compañeros en el primer día festivo. Un maestro o un compañero que haya infringido algún artículo debe ser juzgado ante una asamblea general de la logia. Si no reconoce sus errores, es expulsado, y entregado al shériff o al alcalde para ser encarcelado.

Philibert Delorme, en su Traité d'Architecture, recomienda, con la ciencia requerida para el ejercicio del oficio, la probidad, la franqueza, la delicadeza "que deben distinguir al masón; no debe ser ni exagerado, ni fanfarrón, ni orgulloso, ni presuntuoso".



Recordemos finalmente que las cofradías y oficios perseguían fines sociales. Éstos no se limitaban a las ayudas caritativas a los hermanos que tuvieran necesidades. Todas las comunidades de oficio miraban más allá. A menudo desempeñaron un verdadero papel político. Estuvieron siempre en el origen de las franquicias comunales. Las "maestrías" siguieron siendo, particularmente en Italia, en el Norte y en Inglaterra, los órganos de la administración municipal, participaban en la policía, en los cargos financieros y urbanísticos, e incluso en la defensa de la ciudad, encargándose de reclutar las tropas. Es superfluo, en consecuencia, citar todas las cuestiones de orden político y social que debían ser discutidas. No indagaremos, por lo demás, las razones que a veces suscitaron -especialmente en Francia- la desconfianza del poder real, tanto más cuanto que a menudo albergaban a hombres eminentes, y por ello peligrosos.

En suma, a las preocupaciones "operativas" de los oficios se mezclaban siempre preocupaciones de orden especulativo. Tales cosas eran estrechamente solidarias e inseparables, al menos en su estadio original, de modo que era difícil establecer una demarcación entre lo temporal y lo espiritual, entre el oficio y lo sagrado. La cuestión es de gran importancia para el oficio de los constructores en razón de los conocimientos y de las cualidades que se les exigía, y también de su objeto, que atañe primordialmente a la vida y al destino humanos.

Esta enseñanza profunda y verdaderamente iniciática de la Masonería de oficio aparece en el ritual, que era practicado en logia en los trabajos y las ceremonias, y en los comentarios de los ritos y de los símbolos que se daban a título de instrucción.


El Ritual




Durante mucho tiempo se ha dispuesto de pocos elementos a este respecto. La razón de ello es fácil de comprender. Rituales y catecismos de instrucción no fueron hechos para ser escritos; su práctica y su transmisión eran puramente orales. Estaba rigurosamente prohibido poner estos rituales por escrito, ni siquiera como recordatorios. Por fortuna, las investigaciones realizadas desde principios de siglo por los Francmasones ingleses han podido dar lugar a inestimables descubrimientos. Douglas Knoop. G. P. Jones y Douglas Hamer han reunido los documentos así hallados en su libro The Early Masonic Catechism, aparecido en 1943 y reeditado y completado en 1963. Estos textos, aunque poco numerosos y a veces incompletos, especialmente en cuanto a los ritos ceremoniales, bastan sin embargo para mostrar cuáles eran los elementos esenciales del ritual seguido por los Masones operativos. Hablamos del ritual, empleando a propósito el singular, pues estos documentos, a pesar de la diversidad de sus fuentes, presentan todos idénticos elementos, lo que revela en el conjunto un simbolismo y un esoterismo comunes.



Se escalonan entre 1696 y 1730. Pero parece evidente que no hacen sino transmitir un ritual "tradicional", cuyo origen se remonta mucho más allá en el pasado, sin que sea posible, en el actual estado de las cosas, precisar este origen.

La antigüedad del ritual operativo puede demostrarse por las similitudes entre los contenidos de los Estatutos y los Old Charges, cuyas versiones son bastante más numerosas y se remontan hasta el siglo XIV, y también por las existentes entre aquellos y los rituales en uso en otras organizaciones, diferentes de la Francmasonería pero surgidas del mismo tronco común. Así ocurre con el Compagnonnage francés y con la Bruderschaft alemana, donde los temas simbólicos son análogos.

Pensamos además que una de las mejores pruebas de la antigüedad del rito operativo ha sido menospreciada hasta el presente. Es la naturaleza de su simbolismo, clave de su contenido esotérico e iniciático, que no se explica, como valor de conjunto, más que en su aplicación cristiana, tal como era profesada en la Edad Media. Fuimos el primero en desarrollar este tema en 1970 en nuestra obra La Franc-Maçonnerie Chrétienne. Retomaremos aquí lo esencial de la argumentación.

Las analogías que pueden establecerse, y que se imponen a la investigación, entre los símbolos del ritual y aquellos que expresaban el pensamiento religioso cristiano de los siglos XIII y XIV permiten a la vez comprender el gran alcance de este ritual y situar, con suficiente aproximación, su época de gestación. Es en efecto significativo constatar que, a partir de finales del siglo XIV, todo el simbolismo utilizado en los siglos pasados para formular las verdades cristianas, y que conoció su apoteosis en el siglo XIII, dejará poco a poco de ser utilizado y comprendido. Sin renegar de él, el primer Renacimiento, en el siglo XIV en Italia, a principios del XVI en Francia, los Países Bajos y Gran Bretaña, lo sustituirá por un simbolismo renovado de la Antigüedad, que no obstante afirma los mismos valores tradicionales. A partir de alrededor de 1530, esa tradición acaba por desaparecer. En la religión, en el arte, en la filosofía, la expresión simbólica utilizada se le hace incluso ajena. Sobre todo, ya no vivió en la sensibilidad popular. Ya no tenía raíces profundas. ¿Cómo podía interesarse el pueblo en Júpiter, en Marte y en Apolo, en Ceres y en Proserpina, en los héroes griegos y romanos, en los Césares, que ocupan el lugar de los apóstoles y de los santos? Incluso aunque este arte, hecho sobre todo de forma y de plasticidad, recuerde todavía a la tradición, ya no traduce al mismo tiempo la civilización y la vida. Ya no es la catedral lo que hace las veces de todos los libros. No es ya el símbolo de la fe, el símbolo del amor, el símbolo de todos. La cumbre de la evolución será Versalles. Su concepción simbólica, profundamente notable, convergerá hacia la unidad de la Majestad solar, imagen del Rey, que encarna él mismo y en su sola persona la grandeza y la perennidad del reino. Estamos en otro mundo.



Parece entonces patente que la subsistencia de un ritual que continúa expresando los valores tradicionales bajo la forma cristiana del siglo XIII, y ello en personas del oficio, no puede deberse más que a una transmisión.

El esoterismo del ritual operativo se reduce al simbolismo general de la construcción del templo de Salomón, que fue uno de los más populares de la Edad Media cristiana. Se trataba entonces de algo muy distinto a un magnífico templo comenzado por David y terminado por Salomón a fin de adorar dignamente al Eterno y de conservar en el Santo de los Santos el Arca de la Alianza que contenía las Tablas de la Ley. Este templo de Salomón era la figura del Verdadero Templo de Dios, y éste debía ser concebido en dos planos: el del Universo, el de la Creación divina, y el del hombre, universo reducido, al que la Encarnación de Cristo confiere una escala, si no de grandeza, al menos de valor semejante y perceptible. El templo era a la vez el símbolo del macrocosmos universal y del microcosmos humano.

La Iglesia cristiana es su imagen. Ningún edificio religioso ha expresado tan simple y elocuentemente el simbolismo cósmico inmemorial del templo consagrado a la divinidad. La perfección es la iglesia románica con el trazado de su plano en cuadrados y cúpulas, asociación clásica en la arquitectura sagrada que simboliza la unión de la tierra y del cielo, de lo creado y de lo increado. Es fácil comprender que los instrumentos de figuración del círculo y del cuadrado, el compás y la escuadra, revistan un significado simbólico idéntico.

Es en este sentido amplio como se pretendía reconstruir el templo de Salomón. Además, cuando se hablaba de Jerusalén, no se trataba tan sólo de la ciudad de Palestina en la que peleaban los Cruzados. Éste era su sentido geográfico e histórico. Como en toda interpretación de la Escritura, debían también, según el método de los doctores de la Iglesia, percibirse los otros tres sentidos ocultos en el texto, el alegórico, el tropológico y el anagógico. En el sentido alegórico, Jerusalén era la Iglesia militante; en el sentido tropológico, era el alma cristiana; en el sentido anagógico, era la Jerusalén celestial, la patria de lo alto, que san Juan anuncia en su Apocalipsis.

En cuanto a los reyes David y Salomón, muy populares también, eran entonces, por curioso que esto pueda parecer en la actualidad, imágenes o anuncios de Jesucristo.

Lo mismo ocurría con Hiram, el fundidor de las columnas del Templo, y con Adoniram, gran oficial de Salomón, encargado de las levas. "Hic est Christus", él es el Cristo, que conduce a los obreros del Templo y les da las medidas de la obra, dice Beda el Venerable en el siglo VIII, y lo confirma la Glosa ordinaria de Walafried Strabo, que, de los siglos IX al XVI, acompaña todos los manuscritos y todas las ediciones de la Biblia. Es, nos dice Emile Mâle, uno de los libros más preciosos que nos haya transmitido la Edad Media.



Esta manera de ver a los personajes del Antiguo Testamento, como figuras anunciadoras de Cristo, era tradicional en los Padres de la Iglesia. Así ocurría con Adán y Noé, con los patriarcas Abraham, Isaac, Jacob y José, con Melquisedec, el rey pontífice, con los profetas Moisés, Esdrás, Ageo y Zorobabel. Por extraño que esto pueda parecer a nuestra lógica moderna, los hombres de la Edad Media jamás comprendieron el Antiguo Testamento en un sentido únicamente literal, estrecho y precristiano, como un proceso histórico y cronológico. Para ellos, la Verdad, que era intemporal y no solamente un dato histórico, se expresaba ante todo y claramente en la Nueva Ley enseñada por Cristo, el Verbo Encarnado, la persona divina.

Para los Padres de la Iglesia, el sentido literal del Antiguo Testamento es también de carácter sagrado. No debe quitarse, según la exégesis simbólica, su fundamento histórico a la Escritura. Abraham, David, Salomón y todos los personajes bíblicos realmente han existido. Pero Dios ha hecho de estos hombres como los heraldos de su Hijo, que debía venir. Así, en todo lo que han hecho, en todo lo que han dicho, hay que buscar y se halla el Cristo. "El Antiguo Testamento, dice san Agustín, no es sino el Nuevo Testamento cubierto por un velo, y el Nuevo no es sino el Antiguo desvelado".

El plan divino fijado en la figura sensible de Cristo nos ayuda a pasar del simbolismo macrocósmico del templo a su simbolismo microcósmico. Es sobre todo en este punto que la religión cristiana ha renovado un simbolismo milenario, otorgándole toda su resonancia.

La iglesia románica, inspirada en el templo de Salomón e imagen del Cosmos, está construida sobre las medidas del hombre, tal como son dadas especialmente por santa Hildegarda de Bingen en su Liber divinorum operum simplicis hominis. Ciertamente, el trazado del templo en forma de cruz, a imagen del hombre, reflejaba un simbolismo antiguo, cuyo ejemplo más grandioso es quizá el templo de Luxor, en Egipto. Pero la correspondencia armónica Universo-Templo-Hombre jamás revestirá tan excelso significado como en el Cristianismo, pues si la iglesia románica representa la imagen del hombre, también ofrece, y ante todo, por la perfección de sus medidas, el símbolo del hombre perfecto, es decir, de Cristo, Encarnación de Dios.



Y llegamos así al fondo de la enseñanza cristiana. El hombre es el verdadero templo de Dios, del cual el templo de Salomón no es más que un símbolo. "¿No sabéis, dice san Pablo, que sois el templo de Dios?" (I Cor., III, 16). Y el apóstol añade: "¿Ignoráis que vuestro cuerpo es el templo del Espíritu Santo que está en vosotros?" (I Cor, VI, 19). Esta misma verdad, afirmación también de la inmanencia de Dios, es la que proclamará san Bernardo en su IIº Sermón dedicado a la consagración de la iglesia. Alude al templo visible construido para acoger a los hombres, pero en el que Dios no habita, pues Él mora en su imagen, es decir, en el hombre.

La más antigua mención conocida del templo de Salomón como origen y contenido del arte de la Masonería se encuentra en el Manuscrito Cooke, de los Old Charges, copiado de un original que se remonta al siglo XIV. La mayor parte de las versiones posteriores de los Old Charges retoman y desarrollan este tema. Hecho notable, el mismo simbolismo se halla en el Compagnonnage francés, y también en la Bauhütte alemana, en la que igualmente se hace mención de las dos columnas Jachin y Boaz, elementos importantes del simbolismo masónico. ¿En qué sentido los Masones operativos se vinculaban a este simbolismo del Templo de Salomón? Nos parece evidente, dada la interpretación cristiana de este simbolismo fijada y profesada en la Edad Media, que las analogías con sus preocupaciones profesionales y con el modelo ofrecido a sus trabajos no podían, en el seno de sus cofradías, controladas por la Iglesia, ser vistas bajo otra óptica ni contener una enseñanza esotérica diferente.

La prueba elocuente está en el ritual. Son los textos a los que aludíamos. El mejor de ellos es el Manuscrito Dumfries nº 4. Data de alrededor de 1710 y perteneció a la Antigua Logia de Dumfries (ahora Dumfries Kilwinning nº 53). Muestra, de una forma bastante completa, el conjunto del ritual que se seguía en la época de la transición antes de la constitución de la Gran Logia de Londres. Por las razones que hemos indicado, no pensamos que pueda recusarse su fecha tardía y, en consecuencia, su valor probatorio en cuanto al ritual operativo. Todo hace suponer, por el contrario, una "tradición" antigua.

Este manuscrito ofrece indicaciones características sobre el simbolismo del Templo de Salomón. Revisten la forma de un catecismo con preguntas y respuestas:

Q. -How high is your lodge?
A. -Inche & spans Inumberable.

Q. -How Inumberable?
A. -The material heavens & stary firmament.

Q. -How many pillers is in your lodge?
A. -Three.

Q. -What are these?
A. -Ye square, the compass & ye bible.

(P. -¿Qué altura tiene vuestra logia? - R. -Innumerables pulgadas y palmos. - P. ¿Cómo innumerables? - R. -El cielo sensible y el firmamento estrellado. - P. ¿Cuántas columnas hay en vuestra logia? - R. Tres - P. ¿Cuáles son? - R. -La escuadra, el compás y la Biblia).

Se trata de la afirmación del sentido cósmico y sagrado de la Logia. Y he aquí el significado cristiano del templo:

Q. -What ladder had they ... building of ye ...
A. -Jacobs ... between ye heaven ye earth.

Q. -How many steps was in Jacobs ladder?
A. -3.
   
Q. -What was ye 3?
A. -Father, Son & Holy Spirit.

(P. ¿Qué escala tenían ... construcción de ... - R. -... de Jacob ... entre el cielo y la tierra (5). - P. ¿Cuántos peldaños tenía la escala de Jacob? - R. -Tres. - P. -¿Qué eran estos tres? - R. -El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo).

Q. -What meant ye golden dore of ye temple, Qr (where) the went in to sanctum sactorum?
A. -It was another type of Christ who is ye door ye way an the truth & ye life by whome § in whom all ye elect entreth into heaven.

(P. -¿Qué significaba la puerta de oro del templo por donde se entraba al Santo de los Santos? - R. Era otro tipo de Cristo, que es la puerta, el camino, la verdad y la vida, por quien y en quien todo ser entra en el cielo).

Q. -What was ye greatest wonder Yt seen or heard about the temple?
A. -God was man and was God. Mary was a mother and yet a maid.

(P. ¿Cuál fue la mayor maravilla que se vio u oyó con respecto al Templo? - R. -Dios fue hombre y el hombre fue Dios. María fue madre y sin embargo una virgen).

Q. What signifies the temple?
A. -Ye Son of God & partly of the church ye Son soffered his body to be destroyed & rose again ye 3 d. day & raised up to us ye christian church we (which) in ye true spiritwal church.

(P. ¿Qué significa el templo? - R. -El Hijo de Dios y en parte la Iglesia. El Hijo ofreció su cuerpo para ser destruido y resucitó al tercer día y edificó por nosotros su iglesia cristiana que es la verdadera iglesia espiritual).

Q. (What signifies) the ark of the covenant?
A. It represents as weel our saviour Christ as ye hearts of ye faithfull for in Christs breast was ye doctrine both of law & gosple so is it in ye faithfull though not in ye measure he was ye true manna yt descended to give life to ye world ye table of ye law move us to love § obdedience Aarons rod flowrishing wt blossoms signifies ye swetnes of ye gosple & ye glory of our High preist Jesus Christ of whome Aaron was a figure.

(P. ¿Qué significa el arca de la alianza? - R. Representa tanto a nuestro salvador Cristo como a los corazones de los fieles, pues en el pecho de Cristo estaba a la vez la doctrina de la Ley y del Evangelio, y así ocurre con los fieles, aunque no en la medida en que Él era el verdadero maná que descendió para dar la vida al mundo. La tabla de la Ley nos incita al amor y a la obediencia. La vara florecida de Aaron significa la dulzura del Evangelio y la gloria de nuestro Gran sacerdote Jesucristo, de quien Aaron fue una figura).

Toda la doctrina cristiana está aquí: la inmanencia de Dios en el hombre, la realización de la ley por la Encarnación de Cristo, la construcción en el hombre del verdadero templo de Dios por la obediencia a la Ley y por el Amor, la figura simbólica del Antiguo Testamento como imagen del Evangelio. Se trata de la interpretación familiar a la Edad Media. Desarrollada ya en el siglo VIII por Beda el Venerable en su obra De Templo Salomonis, se la encontrará siempre e incansablemente en el margen de la Biblia en la Glosa ordinaria de Walafried Strabo.

El término del ritual hace una larga alusión a las dos columnas del templo, Jackin y Boaz, "where (was) the noble art or science found when it was lost" ("donde fue hallado el noble arte o la ciencia cuando se perdió"). He aquí el significado que se les da: "For ye present ye sons of God have received strength inwardly, for ye time to come God will stablisch so with his spirit of grace yt they shall never wholy depart from him" ("En el tiempo presente, los hijos de Dios han recibido la fuerza interiormente; para el tiempo por venir, Dios se establecerá así con su espíritu de gracia a fin de que ellos jamás se separen totalmente de Él".


La Leyenda de Hiram y el Mito Iniciático.




Particularmente significativa del alcance sagrado del ritual masónico es la leyenda de Hiram.

El personaje mítico, Hiram, genial constructor del Templo según los Masones, que han hecho de él su Maestro y modelo, es la síntesis aureolada de gloria y de talento de dos personajes bíblicos: Hiram o Hiram Abi y Adoram, Adonhiram o Adoniram.

Según el Primer libro de los Reyes (VII, 13-15 y 21), "el rey Salomón envió a buscar a Hiram de Tiro, hijo de una viuda de la tribu de Neftalí; su padre era de Tiro; trabajaba en bronce y estaba lleno de ciencia, pericia y experiencia para realizar todo trabajo en bronce; fue donde el rey Salomón y ejecutó todos sus trabajos. Fundió las dos columnas de bronce... erigió la columna de la derecha y la llamó Jakin; erigió la columna de la izquierda y la llamó Boaz".

De acuerdo con el 2º libro de las Crónicas (II, 13, y IV, 11-12), Hiram-Abi fue enviado por el rey Hiram de Tiro a Salomón: "Es hijo de una danita, y su padre es de Tiro. Sabe trabajar el oro, la plata, el bronce, el hierro, la piedra y la madera, la púrpura escarlata, la púrpura violeta, el lino fino y el carmesí. Sabe también hacer toda clase de grabados y ejecutar cualquier obra que se le proponga"... "hizo también los ceniceros, las paletas y los acetres. Así concluyó Hiram la obra que le había encargado el rey Salomón en la Casa de Dios: las dos columnas, las molduras de los capiteles que coronaban las columnas..."

Adoniram, Adonhiram o Adoram, hijo de Abdá, era uno de los grandes oficiales de Salomón, el encargado de las levas (I Reyes, IV, 6). Es él quien dirigió los trabajos del templo.

En realidad, sabemos que el verdadero arquitecto del Templo fue el propio Dios. Cuando el rey David entregó a su hijo Salomón los planos de las obras del Templo y los modelos del tabernáculo y de todos los utensilios, declaró: "Todo esto conforme a lo que el Eterno había escrito de su mano para hacer comprender todos los detalles del diseño" (I Crónicas, XXVIII, 19). Salomón e Hiram no hicieron más que ejecutar, a la perfección, la voluntad de Dios.

En la confusión entre ambos personajes, Hiram y Adoniram, los Masones han seguido la costumbre de todos los comentarios e interpretaciones medievales de la Biblia. Pero la leyenda masónica, principal tema de la iniciación al grado de Maestro, ha inventado la muerte trágica de Hiram, asesinado por tres malos compañeros a quienes rehusó dar la "palabra" de maestro, y después transfigurado y resucitado en la persona del nuevo maestro iniciado.

Los Francmasones han adornado a la Biblia en esta leyenda. Vamos a ver, sin embargo, que Adoniram fue asesinado en circunstancias que no carecen de analogías con la muerte de Hiram por su significado espiritual y sagrado.

Se menciona a Hiram en los Old Charges (ms. Tew, circa 1680, que hace de él el hijo del rey Hiram; m. Iñigo Jones, de la misma época). Pero la leyenda de su muerte, parte iniciática y por naturaleza secreta, no aparece documentada más que en la Franc-Masonería moderna, precisamente en la divulgación Masonry Dissected de Pritchard (1730). Sin embargo, creemos en la antigüedad de esta leyenda, cuya inspiración no adquiere su origen -y su sentido no obtiene su pleno valor— sino en la lectura que se hacía de la Biblia en la Edad Media, espíritu éste que se perdió completamente con la Reforma y la Contrarreforma.

En favor de dicha antigüedad pueden invocarse además otros argumentos. La creación de leyendas inspiradas en temas bíblicos era un hecho general en la época medieval. Era alentada por el fervor popular y por el gusto por lo maravilloso. La misma Iglesia, lejos de condenar estas glosas, en cierto modo las estimulaba. Basta con recordar cuántas leyendas similares han sido incluidas en los textos apócrifos y representadas en la piedra de las esculturas y en las imágenes de los vitrales. Algunas consistían en la cristianización de creencias y relatos antiguos, figuraciones de mitos eternos portadores de lo Trascendente. Según la imagen de Isidoro de Sevilla, la Escritura Santa era una lira cuyas cuerdas tenían una resonancia infinita.

Todos los santos patrones y los personajes maravillosos protectores de los oficios tuvieron así su leyenda…